El Oro Líquido, el ascenso de los precios del aceite de oliva en España
Hace apenas cuatro años, comprar aceite de oliva virgen extra salía de media por aproximadamente 3 euros el litro.
Hoy, ese precio parece algo inverosímil, un recuerdo lejano.
Comprar ese mismo aceite es, actualmente, tres veces más caro (el precio medio del AOVE es de 9.61€), y en algunas marcas prémium se ha cuadruplicado y ya se acerca a los 13 euros el litro. Esta escalada de precios es más que una simple fluctuación económica; es un fenómeno que ha dejado a los consumidores perplejos y preocupados.
Según la última estadística del INE, el precio del aceite de oliva refinado se disparó este agosto un 52,5% respecto al mismo mes de 2022, su mayor subida interanual en 21 años.
El oro líquido hace honor a su nombre.
«Esta subida no es nueva; antes de la guerra de Ucrania ya estaba produciéndose. Evidentemente, todo lo que ha acontecido a partir de 2022 con la guerra lo ha agravado.
Uno de los motivos principales que explican la subida mes a mes es la sequía. Encadenar varias cosechas con escasez de agua repercute en los olivares y, por lo tanto, en su precio», afirma Cristian Castillo, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC e investigador del grupo SUMAT.
De hecho, 2022 fue el año más caluroso de la historia de España, y hoy el país se enfrenta a una grave sequía que afecta al 14% de su territorio, lo que provoca alertas por escasez de agua.
Las lluvias durante el año 2023 han sido un 17% por debajo del promedio registrado en los últimos 30 años. Para Castillo, además de la sequía, hay otras variables que han empujado los precios: «La subida de los precios de los fertilizantes ha afectado. El motivo es que, para la fabricación de estos fertilizantes sintéticos, se utiliza gas natural y, debido a su incremento de precios, ha acabado repercutiendo en el coste del producto final».
A todo ello se le suma un comportamiento atípico en el consumidor, el «efecto acopio».
«El anuncio de la subida de precios del aceite provocó la compra masiva de los productos para almacenar en los hogares. Un incremento de la demanda repentino sin que la oferta pueda ajustarse. Esto acaba repercutiendo en el precio del producto», añade Castillo, que ejemplifica: «El efecto del ‘por si acaso’ ante una subida anunciada de precios provoca que, en vez de comprar una garrafa de aceite, que es lo que se necesita, acaben comprándose tres para almacenar en el hogar. Esto tiene un efecto directo sobre el precio, ya que se incrementa la demanda de manera imprevista sin que la oferta pueda equipararse».
Aceite de oliva, ¿especulación o crisis?
Recientemente, la organización de consumidores y usuarios en España (FACUA) ha publicado un estudio que demuestra que la misma botella de aceite de oliva virgen extra puede llegar a costar un 45% más en función del establecimiento donde se compra.
El estudio se basa en el análisis de precio de 144 aceites de oliva virgen y virgen extra de 50 marcas diferentes a la venta en ocho grandes cadenas de distribución del país (Mercadona, Dia, Hipercor, Alcampo, Eroski, Aldi, Lidl y Carrefour), y demuestra que existen grandes diferencias de precios.
¿Están los puntos de venta hinchando los precios?
«Es difícil determinar los motivos que provocan esas diferencias de precio, ya que son las distribuidoras las que acaban incrementándolo. Pero, por ejemplo, el envasado del producto (plástico o cristal), el lote de producción (anterior o posterior a cosechas con más sequía), etc., pueden contribuir a que el mismo producto en el punto de venta pueda tener un precio mayor», explica el experto en logística de la UOC.
Según el Observatorio de precios del aceite de oliva, este agosto, el precio promedio de origen del aceite de oliva virgen extra fue de 8,18 euros por kilo, pero se comercializó en supermercados a 9,24 euros por kilo, lo que representa un aumento del 13 % sobre el costo de producción de los agricultores, según el Índice de Precios en Origen y Destino de los alimentos de COAG. Este incremento se da también en muchos otros alimentos como la lechuga, que sufre una diferencia porcentual de 582 % entre el precio de origen y el de destino.
En general, el gasto en alimentación ha crecido de forma importante estos dos últimos años por las continuas subidas de precio y llega ya hasta los 6.018 euros de media al año.
Sin embargo, ese aumento ha venido acompañado de una pérdida de riqueza, ya que los salarios no han subido al mismo ritmo.
Según el Banco de España, las familias han perdido un 4,5 % de poder adquisitivo en los dos últimos años.
Vista la situación actual de subida general de precios, ¿importar aceite de oliva de otros países podría ser una solución a estos precios? «España es la principal productora de aceite de oliva del mundo, por lo que importar aceite de calidad similar nos saldría mucho más caro a los consumidores», explica Castillo, que afirma que «además, no sería necesario, ya que en estos momentos no hay riesgo de desabastecimiento y puede cubrirse la demanda interna. Otra cosa es que estén importándose aceites de oliva de menor calidad para vender a un precio menor, pero que, en ningún caso, pueden ser equiparables al aceite de oliva virgen extra».
El Oro Líquido, el ascenso de los precios del aceite de oliva en España
En redes circula un vídeo que muestra que el precio del AOVE español es más barato en un supermercado de Irlanda que en España, algo de lo que alerta un informe reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que revela que el aceite de oliva virgen extra de marca blanca en España es un 6% más caro que en Italia, Francia o Portugal.
«El principal motivo es que en España la industria del aceite trabaja más a corto plazo. Es decir, que no se hacen compras por un periodo largo, sino que van haciéndose por temporada, lo que provoca que tengamos más volatilidad en el precio y que, en casos como los problemas en las cosechas, pues, se incremente. En el caso de Irlanda, las compras se hacen a largo plazo. Esto implica que se tenga un precio fijo y que se realicen pedidos masivos para cubrir esa necesidad. Entonces, aunque haya problemas en algunas cosechas, como el precio ya se cerró hace tiempo, debe mantenerse», detalla Castillo.
Además, el consumo de aceite por los irlandeses es mucho menor que el que tiene la sociedad española,
siendo el aceite un básico en la cocina de muchos hogares. «En el caso de Irlanda o Reino Unido, la demanda de este producto tampoco es mucho más elevada, porque utilizan otros sustitutivos, por ejemplo, la mantequilla. Esto hace también que no esté tan demandado y que los precios, cuando se cierran, puedan, tal vez, ser más bajos que, en este caso, los que podemos tener en España», añade.
Precisamente, ante estas diferencias de precios entre supermercados, de las que alertaba FACUA, y entre países, de las que advertía la OCU, la vicepresidenta primera en funciones, Nadia Calviño, ha asegurado recientemente que el Gobierno no tiene constancia de que en el ámbito de la distribución ni en el de los productores esté especulándose con el precio del aceite de oliva y que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ya está investigando la evolución del precio de venta del aceite y si estuviera produciéndose alguna irregularidad.
Lo que queda claro es que el ciudadano poco puede hacer. «No se puede hacer nada».
El hecho de que una misma marca de aceite la vendan en un supermercado a un precio mucho más caro que en otro demuestra que unos quieren ganar más y otros menos, pero no se puede hacer nada, a menos que hubiese algún tipo de acuerdo por subir los precios a un precio común», explica Jorge Fernández, profesor colaborador de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC, experto en derecho del consumidor. «El precio del aceite de oliva es un fenómeno que, desgraciadamente, seguirá afectando cada año debido al cambio climático», concluye Castillo.