Mujer, quiérete, pero quiérete bien: El poder de los recuerdos.
En la vida de toda mujer, hay fechas, lugares, momentos y emociones que nos llegan de repente, sin esperarlos.
El valor de los recuerdos inesperados
Mujer, quiérete, pero quiérete bien.
Los recuerdos son como viejos amigos que nos visitan sin avisar. Algunos nos llenan de nostalgia, otros de alegría, y otros nos hacen cuestionar decisiones pasadas. Pero todos ellos, sin excepción, forman parte de nuestro ser. Nos recuerdan quiénes fuimos, qué caminos hemos recorrido y, lo más importante, qué lecciones hemos aprendido.
Una tarde cualquiera, quizás escuchando una canción de fondo o percibiendo un aroma familiar, podemos ser transportadas a momentos de nuestra infancia, adolescencia o a algún punto crucial de nuestra vida adulta. ¿Te ha pasado alguna vez que, de repente, un simple atardecer te hace recordar a una persona especial? O quizás, al pasar por un lugar, revives una emoción tan vívida que parece que el tiempo no ha pasado.
Quererse bien, un acto de amor propio
Mujer, en medio de estos viajes inesperados por el tiempo, recuerda siempre quererte, pero quererte bien. ¿Qué significa esto? Quererse bien implica más que simplemente aceptarse. Es un acto profundo de amor propio que requiere respeto, paciencia y cuidado hacia una misma. Es entender que merecemos lo mejor, no solo de los demás, sino de nosotras mismas.
En la fuerza evocadora de los recuerdos y en que te valores intensamente
Fechas que marcan la diferencia
Existen fechas que quedan grabadas en nuestra memoria con tinta indeleble. Pueden ser aniversarios, logros personales, pérdidas dolorosas o simplemente días que, sin saber por qué, dejaron una huella profunda. Cada una de estas fechas tiene su propia historia y nos ha moldeado de alguna manera.
Recuerda tu resiliencia y crecimiento
Recuerda, mujer, que cada una de estas fechas es un testimonio de tu resiliencia y crecimiento. Son capítulos de tu vida que te han enseñado a levantarte, a seguir adelante y a seguir creyendo en ti misma.
Lugares que nos hablan al corazón
Los lugares tienen un poder especial. Un parque, una calle, una casa, incluso una ciudad entera pueden albergar recuerdos que nos hablan al corazón. Pueden ser escenarios de amores, desamores, triunfos y desafíos.
Celebra tu capacidad de recordar
La próxima vez que un lugar te hable, tómate un momento para escucharlo. Deja que esos recuerdos fluyan, permítete sentir y, sobre todo, celebra tu capacidad de recordar. Cada lugar forma parte de tu historia personal y te recuerda que eres capaz de crear nuevos recuerdos, nuevos capítulos llenos de esperanza y alegría.
Momentos que definen
Hay momentos en la vida que nos definen. Pueden ser segundos fugaces o eventos significativos que cambian el rumbo de nuestra existencia. Estos momentos, aunque a veces nos tomen por sorpresa, son oportunidades para crecer y evolucionar.
Honra estos momentos
Quererse bien también significa honrar estos momentos. Reconocer su impacto, aprender de ellos y seguir adelante con la frente en alto. Porque cada uno de estos momentos nos ha dado la fuerza para seguir siendo quienes somos.
Abrazar Cada Emoción
Abrazar cada emoción sin juzgarla es clave para un verdadero amor propio. Dale espacio a la tristeza, celebra la alegría, abraza la incertidumbre y confía en la esperanza.
y sobre todo
Mujer, quiérete, pero quiérete bien: El poder de los recuerdos
Quererse bien, hoy y siempre
En cada fecha, en cada lugar, en cada momento y con cada emoción, recuerda siempre tu valor. Los recuerdos inesperados son recordatorios de tu viaje, de tu fortaleza y de tu capacidad infinita de amar y crecer.
Acepta los recuerdos con gratitud
Así que, la próxima vez que un recuerdo llegue de repente, acéptalo con gratitud. Deja que te enseñe, que te inspire y que te recuerde lo maravillosa que eres. Porque en el arte de quererse bien, cada recuerdo es una pincelada más en el hermoso lienzo de tu vida.
Así pues: Mujer, quiérete, pero quiérete bien: El poder de los recuerdos
Mi experiencia :
En la vida de todos, hay fechas significativas, lugares especiales, momentos que definen y emociones y recuerdos que nos llegan de repente, sin esperarlos.
Son esos recuerdos inesperados que, sin previo aviso, tocan la puerta de nuestra mente y nos transportan a instantes que creíamos olvidados. Pero en medio de este torbellino de memorias, hay una constante que debemos mantener presente: la importancia de querernos bien, pero querernos bien.
Una canción, un aroma, una frase, una foto, una situación.
El aroma de las magdalenas recién hechas de mi abuela en una cocina económica, aquellas de leña que se utilizaban en invierno y además calentaban la casa. El sonido de las bandejas entrando y saliendo del horno y mi momento preferido, cuando frías ya, mi abuela decía:
¿Quieres probarlas?
Claro que quería, la respuesta era siempre sí. ¡Y qué buenas estaban!
Pero ese recuerdo, además, como si de un hilo invisible se tratase, me lleva a las tardes a la fresca, cuando empezaba a hacer buen tiempo, sentadas las mamás y abuelas vecinas en la calle, cosiendo o haciendo ganchillo o cualquier cosa que hicieran en aquellos momentos mientras yo y mis cuatro amigas, casi todas de la misma calle o calle cercana, jugábamos.
Siempre después de clase, a las 6, entonces, las clases acababan a las 6 de la tarde, al menos en mi pueblo, y los niños y las niñas jugábamos en la calle, en la de nuestra casa o muy cerca de ella.
Y jugábamos al piso, a saltar la goma, hacíamos representaciones libres de teatro que íbamos improvisando con una imaginación que ahora me parece increíble, y cantábamos desafinando, pero cantábamos… era lo que hacíamos y nos lo pasábamos bien.
Y pienso continuamente en el impacto emocional de los recuerdos y me digo:
Mujer, quiérete, pero quiérete bien: El poder de los recuerdos
Después nos hicimos mayores y cada una se fue por su lado. De vez en cuando nos reunimos, pero eso es otra historia que ya contaré otro día, hoy no.
Y las magdalenas de la abuela estaban buenísimas y recuerdo su olor algunas veces al pasar por una panadería que seguramente no tendrían el mismo sabor, el sabor de las magdalenas de mi abuela era, es y será insuperable, pero su aroma me lo recordaba.
Mi abuela murió hace muchos años y, si de fechas significativas hablamos, esa fue una de las que recuerdo más tristes. Claro, después murieron otros miembros de mi familia: padre, madre, amigos, que también vienen a mi recuerdo como días tristes.
A ellos se unen los recuerdos felices del día del nacimiento de mis hermanos menores, de mi graduación, de mi primer negocio, del día en que supe que estaba embarazada de mi primera y única hija, su nacimiento, su graduación, la música que sonó en su graduación y de la que realmente no me acuerdo, pero el recuerdo me lleva a la que sonó en la mía. Seguramente porque la música que sonaba en la graduación de mi hija debía ser la que sonaba en el momento, nada que ver con la de la mía, que era la que sí escuchaba en la radio (en mi juventud la música se escuchaba en la radio, no en los móviles).
El fracaso de mi primer negocio, al que dediqué mucho esfuerzo y dedicación, pero que comprendí que no era lo que me hacía feliz y decidí cambiar de rumbo.
Cambiar de residencia, dejando en aquellas cuatro paredes un montón de sensaciones, momentos, emociones y recuerdos.
Cuando decidí dejar de culparme por lo que pudo haber sido y no fue, o cuando dejé de preguntarme qué habría pasado si las cosas hubieran sido diferentes, me refiero a tomar decisiones que cambian el rumbo de una vida.
Soy como soy, y me ha costado mucho aceptarme y mucho más perdonarme, porque siempre pensamos que en alguna situación lo podríamos haber hecho mejor… o peor, no lo sé, pero aquí estamos.
y no paro de decirme:
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Lecciones aprendidas, muchas, que también han costado, porque algunas han sido reincidentes y he tenido que aprenderlas y aceptarlas por las malas.
Y la música, esa sí que tiene un poder especial. EscucharPink Floyd – The Dark Side Of The Moono Deep Purple – Child In Timeme lleva a mi primer amor y al tocadiscos que aún conservo, y así me pasa cuando las escucho, sea en algún spot publicitario o en mis sesiones de música particular seleccionada que tengo para mí y que lógicamente, son importantes solo para mí.
Y sí, los recuerdos inesperados tienen valor, son amigos que nos visitan sin avisar, se desencadenan a partir de un estímulo olfativo, sonoro, visual…
Y ahí están y si te paras un segundo y dejas que la mente vague, puedes llegar a pasarte un rato más o menos largo que te lleva a sueños, a ambiciones, a preguntarte qué hay de esa niña pequeña que lo quería todo en la vida y que además estaba convencida de poder conseguirlo, y a preguntarte si estás o no donde querías estar o donde soñabas estar.
Donde estés ahora es fruto de buenas o malas decisiones tomadas, tú verás, pero lo vivido, lo dejado por el camino, la dirección tomada, o no tomada, cuando dijiste sí y cuando te decidiste por el no, todo eso te ha llevado a ser la persona que eres ahora, y esa experiencia no te la quita nadie, es tuya, solamente tuya.
Así que hay que quererse bien, agradecer y perdonarse y comprender que las emociones y recuerdos son los colores con los que pintamos nuestra vida. A veces brillantes y vibrantes, otras veces sombrías y melancólicas, pero todas ellas esenciales para nuestra existencia.
Permítete sentir cada emoción, sin juzgarla. Dale espacio a la tristeza, celebra la alegría, abraza la incertidumbre y confía en la esperanza.
Este proceso de crecimiento personal te ayudará a convertirte en una mujer fuerte, capaz de valorar cada momento que define tu vida, cada lugar especial y cada fecha significativa que te ha moldeado y enseñado la importancia del amor propio.
Así pues: Mujer, quiérete, pero quiérete bien: El poder de los recuerdos